lunes, 7 de junio de 2010

HOMILETICA.

Quiero compartir con ustedes este estudio de HOMILETICA que me envío info@estudiosbiblicoscristianos.net. Disfrútelo y aplíquelo.


4- LO QUE EL PREDICADOR CRISTIANO NO DEBE DESCUIDAR (Continuación…)

B) SU LECTURA

“El leer hará a un hombre, completo;
el hablar, un hombre preparado;
el escribir, un hombre exacto.” (Francis Bacon)

Aunque nos resulte doloroso debemos ver que nuestra generación ha olvidado la lectura. Nuestra era moderna fascinada por la alta tecnología y el avance de la computación que nos presenta toda información “servida” con sólo oprimir una tecla, ha desvirtuado el valor de la lectura con altos contenido espirituales, que sirven de conocimiento, pero también de sagrada inspiración.

La iglesia debe tener como una de sus metas que la juventud recupere el amor por los libros, y especialmente por el libro por excelencia, fuente de toda sabiduría que es la Santa Biblia.
El consejo de Pablo a Timoteo fue: “Ocúpate en la lectura …” (1Tim 4:13). Y aunque se aplica más a la lectura pública en la iglesia, no deja por ello, de influir en la exhortación, el valor de la lectura privada para la formación de la personalidad de Timoteo.

Es llamativo el pedido que Pablo desde la cárcel romana le hace a Timoteo: “trae cuando vengas … los libros, especialmente los pergaminos.” (II Tim. 4:13). Refiriéndose seguramente a obras muy escogidas por el apóstol como serían por ejemplo, libros de historia judía, comentarios que explican la ley y los profetas, y tal vez algunos de los poetas griegos y romanos de los que Pablo acostumbraba a citar en sus sermones y epístolas.

Lo que más nos conmueve es ver la clara determinación de Pablo que aún ante el fantasma cercano de la muerte, deseaba por sobretodo, pasar sus últimos días en el alto ejercicio de estudiar sus valiosos libros. Estudiar y escribir, razón por la cual hoy disfrutamos de sus escritos, porque el creyó que hasta el último minuto de su vida podía estar dando de lo que había recibido, aunque más no fuera escribien-do. ¿Se habrá imaginado Pablo, que su esfuerzo bendeciría a la iglesia en los siglos posteriores? Difícilmente. Pero aún hoy, la iglesia recibe vida a través de las trece epístolas que él escribió ungido e inspirado por el Espíritu Santo.

¡Cuánto puede hacer Dios con cada uno de nosotros si estudiamos y leemos con empeño!J. Oswald Sanders en su libro “Liderazgo Espiritual”, nos cuenta una historia paralela acerca de Guillermo Tyndale durante su encarcelamiento y poco antes de su martirio en 1536. El escribió al gobernador pidiéndole que algunos de sus bienes le fuesen enviados: “Un gorro más caliente, una vela, un trozo de tela para remendar, los calcetines ...; pero sobre todo, le ruego y le suplico su clemencia para que apresure al Procurador para que me permita tener mi Biblia en hebreo, mi gramática hebrea y mi diccionario hebreo con la finalidad de que pueda pasar el tiempo estudiándolos.”

Continúa diciendo Sanders: “El hombre que desea crecer espiritual intelectualmente estará constantemente estudiando sus libros. El abogado que desea el éxito en su profesión debe estar al corriente de los casos más importantes y de los cambios de la ley. El médico debe seguir constantemente los nuevos descubrimientos en su profesión. De la misma forma, los líderes espirituales deberán llegar a ser expertos en la palabra de Dios y sus principios y saber lo que está pasando en las mentes de aquellos quienes esperan ser guiados por el.”

Si al principio decíamos que prácticamente no se lee, sería impropio negar lo que sí se acostumbra a leer.
¿Qué material leemos?

En nuestros días no se acostumbra a leer textos de lectura clásica y espiritual, con contenido sólido. Leer un buen texto también involucra un gran esfuerzo, especialmente cuando no estamos acostumbrados a hacerlo.

Lo mínimo que debe hacer quien no está acostumbrado, es dedicar media hora, a libros que valgan la pena para el desarrollo moral y espiritual; si se es diligente no pasará mucho tiempo, que pronto adquiriremos este nuevo hábito.

Es más fácil leer revistas y periódicos porque no requiere esfuerzo mental pero por este camino nunca llegaremos a nada.
Resumamos dos consejos importantes:

1) Aprendamos a seleccionar nuestra lectura. En el presente, a la vez que tenemos acceso a un basto campo de material cristiano, a su vez, es lamentable la cantidad de material superficial y falto de contenido, que llenan las librerías. No compremos un libro por el dibujo de la tapa o porque nos llaman la atención sus lindos colores. O porque nos prometan “el oro y el moro” con sus títulos fantásticos, mas acordes a la mitología griega que a la fe cristiana. Dejémosnos orientar por quienes en la iglesia son nuestros padres y madres espirituales. Poco y bueno es mejor que mucho de malo y superficial.

2) Apartemos cada día 30 minutos como mínimo para la buena lectura. Si la excusa es la falta de tiempo, déjame decirte que tal excusa no es válida para un líder espiritual.Se dice que Juan Wesley tenía tal pasión por la lectura que lo hacía mientras cabalgaba hacia distintos lugares para llevar la Palabra. Y eso que cabalgaba por día un promedio de 80 a 145 Kms. En su mochila llevaba libros de ciencias, historia, medicina, etc. Y así leyó cientos de volúmenes.

En una ocasión les dijo a los propios pastores de su sociedad misionera que… ¡leyeran o dejaran el ministerio! ¿Qué pasaría hoy si este fuera requisito “sine quan one” para todos los que hoy ocupan nuestros púlpitos?

No puedo evitar transcribir aquí las siguientes palabras, tan sabias, del Dr. A. W. Tozer: “¿Por que hoy en día los cristianos encuentran la lectura de los grandes libros difícil y más allá de sus capacidades? Ciertamente los poderes intelectuales no menguan de una generación a otra. Nosotros somos igual de listos e inteligentes como nuestros padres y cualquier pensamiento que ellos eran capaces de enten-der, nosotros también somos capaces de entenderlo; sobre todo si estamos lo suficientemente inte-resados en hacer el esfuerzo. El mayor causante de la decadencia que existe en la calidad de la lite-ratura cristiana actual no es intelectual sino espiritual.

Para disfrutar un gran libro religioso se requiere un grado de consagración hacia Dios y separación del mundo - que pocos cristianos modernos tienen hoy. Los libros de los primeros Padres cristianos, los místicos, los puritanos, no son difíciles de entender, pero ellos habitan en altas esferas, en las montañas, donde el aire es vigorizante y rarificado y ninguno sino el que está enamorado de Dios puede llegar allí … Una razón del porque la gente es incapaz de entender la gran literatura clásica cristiana es qué están intentando entenderla sin tener intención alguna de obedecerla.”

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